
Cuanto amor hay que demostrar en tiempos de epidemias y pandemias, donde no solo toca mirar a los otros, para brindar apoyo, solidaridad, cuidados, sino mirarnos a nosotros mismos, nuestras propias vidas, nuestra esencia.
Escribo esto en tiempos de CoronaVirus (COVID_19) y nos preocupamos por el aislamiento, las medidas severas para mantenerse en los hogares, evitar transitar en las calles, uso de barreras o implementos para evitar su contagio, etc.
Este tipo de virus que se propaga con tanta velocidad, tiene como medio de transmisión el contacto físico, lo que significa que no podemos tocarnos, abrazarnos, besarnos entre personas sean o no conocidas. Sin embargo, podemos preguntarnos si este contacto no se había disminuido o incluso perdido cuando preferimos el uso de la vía digital antes que el contacto personal.
Nos llama la atención las medidas explícitas, pero no recordamos cuantas familias están separadas y ese contacto ya ha sido restringido y es añorado cada día. Cuanto el día a día no nos permite compartir en familia, porque no coincidimos en horarios y llegamos a casa y ya todos están dormidos.
Nos habíamos olvidado del valor de un abrazo, un apretón de manos, un largo beso y una mesa en donde estuviéramos todos los miembros de la familia. Hoy la pandemia nos ayuda a recordarlo, nos obliga a encontrarnos.
Bien decía Gabriel García Márquez (1985) en su obra prima, Amor en los Tiempos de Cólera, una historia de amor entre Florentino Ariza y Fermina Daza: “El amor se hace más grande y noble en la calamidad.”. Nos toca reencontrarnos con el amor que abraza, que besa, que toca, que conversa en una mesa, que trabaja en conjunto, que aclama mirarse y se acompaña en el silencio de ciudades convulsionadas, llenas del ruido de lo inmediato y lo presente.
Reencontrarnos con la posibilidad de jugar y aprender con nuestros hijos/as, estar juntitos en la cama viendo una película, mirarnos a los ojos y voltear a la ventana encontrando que podemos contemplar de nuevo un hermoso amanecer, la llegada del atardecer, el café tomado frente a frente.

Quizá nos toque vivirlos solos/as, sin familia y amigos cerca, pero en la bonita oportunidad de contactarnos con nosotros mismos. Ese encuentro con el único ser que no nos abandonará nunca, yo mismo/a.

Así que miremos más allá de lo que la pandemia nos trae, más allá del dolor, la enfermedad y la muerte. Intentemos mirar lo que nos transmite, a qué nos está llevando, que nos está angustiando de permanecer en aislamiento social, con quien nos estamos encontrando en casa y que probablemente, ya no teníamos la posibilidad de contactar con ese amor de verdad.
Nos ha tocado mirar hacia dentro (casa) y hacia afuera (mundo), nos hace un llamado a recordar el amor por nosotros y por otros, el cuidado personal para cuidar a otros.
- Vamos a darnos el tiempo de tocarnos, amarnos y consentirnos.
- Vamos a darnos el espacio de encontrarnos entre quienes vivimos en casa, sin la velocidad del día a día, sin el tedio de la rutina, sin llamadas por celulares, sin el tráfico que nos quita el tiempo de compartir.
- Vamos a reconocer lo vulnerable que son nuestros padres, lo fuerte y juguetones que son nuestros niños.
- Vamos a detenernos y agradecer la naturaleza que el mundo nos ofrece con el agua que nos ayuda a lavarnos las manos, las frutas y verduras para alimentarnos, las tardes y las noches que nos recuerdan la esperanza de un nuevo día.
- Vamos a contar los días juntos y no a descontar los que estamos transitando en la cuarentena.
Encontremos el significado del amor en #YomeQuedoenCasa
El amor en tiempos de pandemia... es el amor más “grande y noble en la calamidad”.
Fuente: destapandotalentos
Comentarios
Publicar un comentario